BRASIL
Por Bruno Lima Rocha
Este artículo de nuestro corresponsal que analiza la situación penitenciaria y de corrupción del sistema policial y judicial en Brasil, está denunciando un mal que es común en casi toda nuestra Latinoamérica. Ni los gobiernos progresistas ni los de centro, ni los de derecha han logrado combatir eficazmente esta grave circunstancia que constituye un problema estructural en el continente.
El último relatorio del Comité de las Naciones Unidas contra
Hablando todavía del relatorio de
Más cadenas para el पुएबलो
Respecto a derechos humanos, ya el Brasil era una vergüenza en la dictadura militar, y lo sigue siendo en la democracia neoliberal y de mercado. Para empeorar el dilema, el relatorio de
De acuerdo a las leyes que rigen la impunidad sistemática, en teoría las penitenciarías serían lugares para “recuperar” hombres y mujeres con trayectoria en el crimen। En los hechos sucede lo contrario. En Brasil los presidios son depósitos de seres humanos que llegan a transformarse en verdaderas escuelas de delincuencia. Es así, porque con la ausencia de un orden social solidario, con la represión estatal sumada a los hábitos criminales, la novela es una sola. En el primer capítulo el sujeto entra a detención primaria y queda en régimen semi-abierto. Como los procesos judiciales caminan a paso de tortuga, el preso huye y cuando es recapturado su hoja criminal aumentó. Al final, el que entró para cumplir una pena por delitos menores, termina siendo un profesional, con códigos de lealtad y honor de pandillas y acaba siendo un diplomado en crimen, muriendo antes de los treinta años.
El sistema no फल्ला
Se engaña quien piense que esto es una “falla del sistema”। No falla nada, porque cuando el “bandido” se recupera es precisamente cuando el sistema le permitió salirse. La máquina represiva funciona para triturar carne humana y no recupera a nadie. El propio espacio físico ya condiciona. Es imposible convivir en paz en una celda hecha para cuatro personas dónde están amontonados más de treinta hombres adultos.
Tanto la prisión como la tortura cumplen una tarea “pedagógica”, la de dejar explícito para la población lo que puede sucederle। Es un mensaje directo, dirigido a los estratos más pobres y desamparados, justo aquellos incluidos en el programa Bolsa Familia (recibiendo un valor mensual en dinero a través del Gobierno Federal).
Otra acción pedagógica además de la criminalización de la pobreza, es el racismo. La masa carcelaria brasilera, así como las víctimas de la represión están compuestas en buena parte por afrodescendientes. O sea que en pleno siglo XXI, el Estado ve a los negros como sospechosos en potencia.
El racismo, el desempleo y la violencia policial son la misma cosa
Es la misma lógica que decretó el crimen de vagancia en el pasaje del siglo XIX al XX, justo cuando las masas de esclavos libertos fueron a ocupar las favelas y lugares marginales. Con una población mayor que los puestos de trabajo disponibles, la solución de la clase dominante fue criminalizar el subempleo estructural. Los verdaderos criminales reforzaron una mentira histórica, la de que los negros y mulatos “eran delincuentes” y que quienes trabajaban duro eran solamente los emigrantes. Pero no todos los emigrantes eran “pacatos y corderos”, porque para los anarquistas y los organizados sindicalmente, esa clase dominante creó las Leyes Rápidas, decretando su expurgación y destierro en el campo de concentración de Clevelândia, en Amapá.
La estructura se mantuvo sin cambios en los aparatos represivos. En las décadas de los 50 y 60 empezaron a aparecer escuadrones especiales, agrupando a policías muy violentos y bajo sospecha de corrupción, que además de exterminar a los marginales, marcaban en las cachas de sus armas cuántas muertes habían logrado. El más famoso de estos criminales con licencia de policía fue el delegado titular del Departamento de Orden Político y Social de
Con Lula y el PT, ARENA y la tortura continúan
En el gobierno de Lula los síntomas son muy parecidos. La presencia de miembros de ARENA (Alianza Renovadora Nacional, el partido de sustento de la dictadura militar) que ahora posan de demócratas, asegura que ningún genocida será molestado. También aseguran el secreto de los archivos de la dictadura, papeles éstos que están pudriéndose y desapareciendo. Así como el gobierno supuestamente de “izquierda” no movió un ápice en la política económica de banqueros, agiotistas y especuladores, tampoco cambió nada en el aparato judicial y policial. La nueva condena del relatorio de derechos humanos de
En noviembre de 2007 fue denunciado el caso de una adolescente presa en una celda masculina adulta en el estado de Pará. La gobernadora Ana Júlia (PT) sólo se ocupó porque el caso trascendió y se convirtió en escándalo internacional. Si no hubiera sido así, ella habría tomado las mismas medidas que toma respecto a la extracción ilegal de madera de
El ministro de derechos humanos tampoco sabe nada
Volviendo al relatorio, el Comité de las Naciones Unidas contra
Quien calla otorga, y cualquier gobierno que permite la tortura es cómplice de ella.
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